El 3 de diciembre de 1926 la autora Agatha Christie, “La Reina del Crimen”, se despidió de su hija Rosalind y salió de su casa en Styles, al poniente de Londres; a media noche salió en su automóvil Morris Cowley. Horas después, el auto fue encontrado abandonado en una cantera muy cerca de su casa con las puertas abiertas; al interior estaban sus maletas, su abrigo y su saco, pero no se encontró rastro de Agatha por ningún lado.
De inmediato surgió la preocupación, el gobierno británico movilizó a la policía, que no dio con pista alguna. Los titulares de los periódicos hacían conjeturas, que si había abandonado al marido para fugarse con otro hombre, si se habría suicidado o que si el infiel marido Archie Christie la había asesinado. Las diversas hipótesis parecían haber salido de alguna de sus novelas, e incluso se llegó a pensar que era un truco publicitario para demostrar que era posible desaparecer sin dejar huellas, pues para entonces acababa de publicar El asesinato de Roger Ackroyd. Ante la expectativa e incertidumbre el ministro del interior William Joynson-Hicks, popularmente conocido como Jix, ordenó a la policía que acelerara sus investigaciones; hasta Sir Arthur Conan Doyle, el célebre novelista creador de Sherlock Holmes, ofreció su ayuda.
Pasaron once largos días y al fin Agatha Christie fue encontrada en el Hydropathic Hotel, un lujoso complejo ubicado en Harrogate, en el norte de Inglaterra. Se había registrado bajo el nombre de la amante de su marido, Theresa Neele, y durante esos días convivió con los demás huéspedes del hotel mostrándose intrigada, como todos, por la suerte de Agatha Christie. Después de unos días, al ver que no recibía cartas de su familia, publicó un anuncio en el periódico The Times: “Amigos y parientes de Theresa Neele, pónganse en contacto con ella en el Hydropathic Hotel, Harrogate”. Al día siguiente, el onceavo de su estancia en el hotel, se le acercó una persona, al que saludó como a un desconocido: era Archie Christie, su marido; Agatha Christie, transformada en Theresa Neele, aparentemente había perdido la memoria, y dijo con toda tranquilidad “Mi hermano acaba de llegar”.
Los periódicos ingleses organizaron una campaña para que la escritora pagara 3,000 libras esterlinas, que fue el costo de su búsqueda. Muchas teorías se han esgrimido respecto a ese “episodio en blanco”. Algunos hablan de un “estado de fuga”, de una crisis nerviosa y otros de que su único fin fue desbaratar los planes de su marido con su amante y darle una lección. Sólo ella supo la verdad, pero mientras estuvo en el lujoso hotel en Harrogate siguió escribiendo sus famosos relatos… ¿Amor o venganza?
Mechismo
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