En 1924, William Randolph Hearst, iniciador de la prensa amarilla, se vio envuelto en un escándalo digno de sus polémicas publicaciones. Para celebrar su cumpleaños 43, invitó a una serie de personajes de la época, entre quienes se encontraban su amante Marion Davies, Charles Chaplin, la periodista Louella Parsons, el actor, productor y director Thomas Ince, conocido como “el padre del western”, y otras 11 personas. Al final de la fiesta, Ince apareció muerto; las autoridades alegaron un ataque al corazón y/o una indigestión, pero los rumores en Hollywood señalaban a Hearst como el asesino del famoso director.
William Randolph Hearst tenía un poder inmenso, pues a través de sus portadas y notas sensacionalistas creó el imperio mediático más grande e influyente en los Estados Unidos (por lo mismo, del mundo). Dueño de múltiples publicaciones, la opinión pública de los ciudadanos estaba en gran medida en sus manos. Era un magnate excéntrico, omnipotente e intocable; su historia inspiró el filme El ciudadano Kane, de Orson Welles, para muchos la mejor película que se haya hecho hasta hoy.
Los primeros relatos sobre la muerte de Ince fueron contradictorios: se dijo que Ince se había enfermado durante su visita al rancho de Hearst y que lo habían llevado en ambulancia a su casa, donde habría muerto acompañado de su familia. Todo fue desmentido rápidamente, pues mucha gente lo había visto a bordo del Oneida en San Diego. Las especulaciones se dispararon cuando el secretario de Chaplin afirmó haber visto un agujero de bala en la cabeza de Ince cuando lo bajaron del yate.
Los rumores se hicieron cada vez más fuertes, y entonces se gestó el encubrimiento. Sin indagatoria forense fueron rápidamente cremados los restos de Ince. El único testigo presencial llamado a declarar fue el Dr. Daniel Carson Goodman, empleado de Hearst, quien declaró haber viajado en el tren a San Diego con Ince y que éste había presentado molestias cardiacas. Esta declaración fue suficiente para satisfacer al fiscal, quien dio por cerrado el caso.
Entre las historias que circularon la más sonada es que el asesinato fue producto de un error. Hearst era un hombre sumamente posesivo con su amante Marion Davies, y como había llegado a sus oídos que sostenía un romance con Chaplin, decidió invitar al cómico para poder observarlos juntos. El desenlace fue que Hearst los encontró demasiado cercanos, y que la bala destinada a Chaplin fue la que mató por error a Ince.
Ochenta y seis años después de los hechos en Noviembre de 1924, la muerte del director y productor Thomas Ince sigue siendo un misterio. Curiosamente, después de lo ocurrido en el Oneida, Louella Parsons ganó un contrato de por vida con la Corporación Hearst y se convirtió en “la reina del chisme”. Hearst era demasiado poderoso para tocarlo.
En 1996, Patricia Hearst, nieta del magnate, escribió junto con Cordelia Frances Biddle la novela Asesinato en San Simeon, basada en el misterioso asesinato de su abuelo. Los rumores también fueron dramatizados en la obra El maullido del gato (The cat’s meow) en 2001. Si hubo o no disparo, nunca lo sabremos con certeza…
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