miércoles, 11 de mayo de 2011

EL ALMA-CEN Guítele Chernitzky N… AVIDAD AL REVEZ SE LEE DÁDIVA… N

N… AVIDAD AL REVEZ SE LEE DÁDIVA… N

Los indios Cherokee nombran a los árboles “seres de pie”; dicen que son nuestros hermanos y hermanas en el reino de las plantas. Los seres de pie nos proveen de oxígeno para los hijos y las hijas de la Tierra, nos dan sombra, protección, casa para los seres amados, madera para construir y frutas deliciosas.
Cada árbol tiene su propio don y cualidades para compartir. Algunos incluso son curativos para lo físico y lo emocional. La Amazonia en particular está llena de árboles que llevan en sus venas propiedades y sustancias maravillosas que pueden asistir a la humanidad.
Los seres de pie nos han colmado de regalos, que tomamos ya como un hecho y no hacemos conciencia de esas bellezas; visualiza: muebles, libros, papel, frutas, tés, especias, remedios... ¡Ah! también, entre otros, el chicle (pero no lo mastique con la boca abierta, de favor ¿no?).
Además, cada árbol tiene una hermosa enseñanza para regalarnos si es que tenemos la sensibilidad para escucharlos, porque las susurran en el viento.
El abedul inspira la esencia de la verdad y la rectitud ante los demás.
Los pinos son proveedores de paz interior, nos enseñan a estar en armonía.
Las jacarandas ofrecen protección y la capacidad de ver a quienes nos traicionan para no permitirles la entrada a nuestro espacio sagrado.
Los sicamores nos murmuran al oído: “logra tus metas, lucha por tus sueños”.
El roble nos ofrece la fuerza y nos recuerda mantener nuestro cuerpo sano.
El nogal nos brinda claridad y la guía para usar la inteligencia.
El sauce es la madera del amor: nos recuerda dar y recibir lo necesario para que el amor fructifique.
El cerezo nos recuerda que el mejor camino para curar el dolor del corazón y de las relaciones con los demás es a través de la compasión.

Conforme escribo me lleno de oxígeno (en forma de suspiros), y al pensar en mi árbol favorito y que lección tengo que aprender, veo raíces profundas en el afecto, en relaciones nutrientes y espirituales, en reconectar la energía de la salud, de la productividad… en el perdón.
Los insto a revisar sus raíces, que representan las bendiciones del Universo y la gratitud de recibirlas; a que eleven sus brazos y cuerpo, como los árboles, para recibir todo lo que merecen.
Y sí, ya me imagino que pensarán: “y entonces, ¿qué tiene que ver con el título de la columna? “N… avidad al revés se lee dádiva… n”, se me ocurrió este juego de palabras cuando pensé en los árboles de Navidad y la tala indiscriminada. He escuchado frases como: “es que le dan un aroma tan navideño a la casa”, “a mi me gusta lo real, no de plástico”, o “sale más barato el árbol de a deveras”.
¡Aaaaah! (eso fue un grito) ¿Cómo está esto? Por favor háganme el favor y transformen esos pensamientos parásitos de la siguiente manera:
*Cómprense aromatizante olor a pino –¡pero ya!–
*No sale más barato el árbol natural, le queda usted debiendo al planeta, ¿eh?
*Los vecinos también le critican el peinado o la figura, o su vestimenta, haga oídos sordos.
Así que empiecen a activar el espíritu navideño ofreciendo una dádiva al planeta y a todos los que lo habitamos; mejor empecemos a quitar toda la yerba (ego) alrededor de nuestro árbol personal para que podamos pararnos con dignidad… igua que los “seres de pie”.
El letrerito del Alma-cen hoy dice así: “Llévese unos arbolitos de imitación, y les regalo las manzanas, ¡cómo no¡”

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